La Unión Europea ha prohibido los empastes que llevan mercurio para el tratamiento de los dientes de leche, de niños menores de 15 años y de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. La norma está vigente desde el pasado mes de julio, aunque deja cierto margen al criterio del profesional en caso de que sea «estrictamente necesario debido a las necesidades médicas específicas del paciente». Además, a partir de este mes de enero, no permite el uso a granel del mercurio por parte de los dentistas y pide a los estados que próximamente tengan un plan para reducir gradualmente el uso de la amalgama dental.
Aún así, quedan muchas bocas con las antiguas amalgamas dentales, que llevan una aleación que, como máximo, puede estar compuesta por un 50% de mercurio, aunque en la mayoría de los casos se queda en un 30 o en un 40%. El resto son otros materiales, como zinc, plata, estaño y cobre.
Un estudio publicado en 2016 en la revista ‘Ecotoxicology and Environmental Safety’ encontró un incremento de mercurio en sangre en personas que tenían más de ocho empastes de amalgamas en comparación con quienes no llevaban ninguno.
En Clínica Ballina realizamos levantamientos de amalgamas cumpliendo todas las medidas de seguridad. Cuando levantamos la amalgama, se genera una nube de polvo y agua, por eso utilizamos mascarilla, y además trabajamos con un decantador específico y un filtro extra para evitar que la amalgama acabe en el circuito del agua. Tenemos que depositarla en un bote cerrado que se llevan las empresas de reciclaje para su destrucción.