1. La alimentación es un acto voluntario mediante el cual realizamos la compra de los alimentos para prepararlos y, después de un proceso de precocinado y cocinado, los ingerimos para que mediante la salivación, masticación y deglución pasen a la digestión, fase en la que finaliza la alimentación, y comienza la nutrición.
2. La alimentación moderna, con abuso de azúcares, productos lácteos, harinas refinadas, cocina a más de 110º, cereales mutágenos, conservantes, colorantes etc, favorece el aumento de la flora de putrefacción, con exceso de macromoléculas bacterianas y alimentarías, lo que nos predispone a la inflamación de la mucosa, y a la hiperpermeabilidad intestinal así como la activación de mecanismos de defensa inmunitaria.
3. Ante la presencia de tóxicos alimentarios, incapaces de ser digeridos y asimilados por nuestro organismo, se desencadena como mecanismo de defensa una cascada de reacciones inmunológicas con presencia de linfocitos T, péptidos antigénicos y no antigénicos y tóxicos lo que predispone a enfermedades autoinmunes como: esclerosis múltiple, lupus eritematoso, espondilitis anquilosarte, poliartritis, artritis reumatoide, etc… tan frecuentes en el siglo XXI.
4. Todos los tóxicos alimentarios deben igualmente ser eliminados y para ello el organismo cuenta con órganos de eliminación, que activan su funcionamiento de emergencia. Estos órganos de eliminación son: el aparato respiratorio, cuya hiperactividad genera enfermedades de eliminación tipo: bronquitis crónica, asma, rinitis, otitis crónica. Además, como segundo órgano de eliminación contamos con la piel, siendo cada vez más frecuentes los eczemas, la urticaria, la dermatitis atópica, y la psoriasis, etc.
5. La respuesta inflamatoria del aparato digestivo como órgano de digestión, absorción, y eliminación no se deja esperar, por ello actualmente son frecuentes los problemas intestinales, como apendicitis, síndrome del intestino agujereado, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, etc.
6. El abuso de tóxicos alimentarios mal digeridos, y eliminados, genera a su vez ensuciamiento celular, que se manifiesta mediante enfermedades crónicas limitantes y de difícil diagnóstico, ya que su sintomatología es multiclínica y errática. Son las llamadas por Jean Seignalet enfermedades por ensuciamiento tipo diabetes, artrosis, fibromialgia, fatiga crónica, esquizofrenia e, incluso, leucemia y cáncer.
7.Todos estos procesos descritos anteriormente podrían ser evitados con relativa facilidad si nos parásemos a pensar un poco en nosotros mismos, y en las necesidades que tiene la esencia de nuestro cuerpo que es la minúscula célula, responsable de la organización o desorganización del metabolismo de absorción y eliminación de nuestro organismo.
8. En nuestro cuerpo existen 100 billones de células que se organizan para formar tejidos, como los huesos y los músculos y también los ligamentos y las articulaciones, que en muchas ocasiones se manifiestan con dolores articulares, pero se nos olvida la composición de nuestras articulaciones, y la respuesta es siempre la misma: de células, que se nutren de lo que comemos; y la pregunta es obligada: ¿comemos lo que nuestras células necesitan para nutrirse?
9.También de células están compuestos todos nuestros órganos: pulmón, corazón, estómago, intestino, riñones, hígado, páncreas, etc, que enferman con frecuencia por carencia de nutrientes, y exceso de tóxicos alimentarios. Pero los órganos son como los niños, que expresan su llanto ante el malestar, sea cual sea el origen, mediante síntomas. La ciencia médica es la encargada de descubrir el origen de esos síntomas, y esta es la mayor dificultad.
10. La célula tiene unas necesidades nutricionales imprescindibles para realizar un metabolismo celular sin carencias, ni excesos y el resultado de este metabolismo celular es la salud o la enfermedad.
11. Para tener una nutrición celular correcta, los alimentos deben ser bien tolerados para que se conviertan en nutrientes, después de haber sido absorbidos por la pared intestinal, ya que la intolerancia alimentaria es la base de una incorrecta absorción intestinal de los alimentos ingeridos, que serán eliminados a través de los órganos de eliminación: piel, vías respiratorias, aparato digestivo, y riñón, generando una patología más o menos grave dependiendo de la cantidad y frecuencia de la ingestión del tóxico alimentario.